A un año de la invasión rusa a Ucrania, no hay un claro consenso sobre la efectividad de las sanciones económicas y financieras imputadas al agresor. Y aunque la prolongación del conflicto armado podría considerarse como el mejor indicador para evaluar la inefectividad de las mismas, estaríamos partiendo de una premisa errónea: que las guerras son cortas y sencillas de acabar. Ciertamente, la economía rusa ha resistido al embate de Occidente y contrario a lo pronosticado, ha logrado compensar algunas de sus pérdidas. Algunos de los factores que explican este fenómeno son: el aumento en los precios del petróleo y gas natural, la apreciación del rublo y la reconfiguración de los flujos comerciales internacionales hacia ciertos mercados que permiten al Kremlin eludir las sanciones.
En ese sentido, destaca el crecimiento del comercio entre aquellos países que no impusieron sanciones unilaterales a Rusia como la India y Brasil. Con datos del NYT, en 2022 el volumen mensual promedio de los flujos comerciales entre Rusia y estos países, se incrementó en 300% y 106% respectivamente, en comparación con el periodo antebellum de 2017-2021. No obstante, resulta aún más sorprendente el aumento del volumen comercial entre Moscú y países que sí forman parte del bloque de sanciones como Bélgica (+81%), España (+57%) y Japón (+13%). Este hecho evidencia dos cuestiones. Primera, que el desacoplamiento productivo hacia Rusia en sectores estratégicos no ha sido fácil ni será rápido. Rusia es de los principales exportadores de tecnología nuclear y de escasas materias primas usadas en las manufacturas de alta tecnología como los chips o semiconductores, cruciales para las industrias del futuro.
Y segunda, que las sanciones económicas no son el talón de Aquiles de Moscú (casi de ninguna autocracia). La guerra ha echado a andar un proceso de reorganización en los mercados globales, que trastocará la competitividad y la estructura productiva de los países, tanto de tirios como troyanos. Si el objetivo de las sanciones es poner fin a la invasión de Ucrania, su efectividad dependerá de una estrategia multisectorial y coordinada entre aliados internacionales a lo largo del tiempo. Lo que aún resulta incierto determinar es, si la temporalidad como factor, será el talón de Putin, o de Occidente.